jueves, 17 de noviembre de 2011

La estadística de mi aburrimiento...


Dime algo que no sepa,
algo que demuestre tu fuerza,
algo que demuestre tu destreza
sabiendo que irnos a la cama no es la meta.

No me refiero a por aburrimiento,
eso te lo consiento,
me refiero a ir por sexo
y sé que es lo que piensas por dentro.

Mientras te hablo, hago matrices
y me río de ti sin directrices
Esto no es para que me analices,
es para que en el ambiente te posicionices:


estás en clase de álgebra,

me aburro y te hablo, me hablas;
pero piensas "¿serán con rayas blancas y negras,
como si fueran hechas con piel de cebra?"

Te abalanzas: quieres comprobarlo,
lo sientes: no puedes evitarlo,
el aburrimiento te está matando
y encima sueles ser tan mal pensado...

Bajándome un poco el pantalón estará comprobado
lo haces, pero no era lo esperado
mas te llevas un bofetón de regalo
¡qué detallazo te has olvidado!

Suena el (imaginario) timbre.
Yo me voy y tú me sigues.
Mi diversión es inadvertible:
me escondo, te espero y te doy un susto terrible.

No sé cómo acabamos en el baño,
pero recuerdo decirte "¡Cuidado!"
y dijiste "¿Te hice daño?"
y, ante mi afirmación, dijiste "¡Verás lo que es daño!"

Acabé en el suelo contigo encima
y decías "En el fondo eres una pervertida",
para recibir, en tu oreja, una mordida
"¡Tigresa! ¡Lo que quieres es estar arriba!"

Sientes un pellizco en la mejilla,
abres los ojos: ¿es una pesadilla?
¡¿Qué haces sentado en clase de rodillas?!
¡Te has que dado dormido en clase, sarigüeñilla!

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