jueves, 17 de mayo de 2012

Abuelas...

En esta sesión semi humorística, me gustaría hablarles de las abuelas, sí: nuestras abuelas, esas señoras ya viejecitas a las que tanto queremos y que tan bien nos cuidan… Que nunca le falte a nuestro ‘nietito querido’ un plato colmado hasta el borde de comida… ¡Eso más que un plato de comida, parece que hubiesen echado el contenido de todo el caldero para sus ‘querubines’! Nosotros después de la típica regañina de que “es demasiado” a la que siempre nos ganan con la excusa de que “estamos creciendo” (aunque a nuestra edad no vamos a crecer mucho más) y rematándolo con un “haz feliz a tu abuela, ya que no vienes a verle todos los días” y poniendo carita de tristeza. Después de que nos lo hayas metido todo a duras penas entre pecho y espalda, nos retiran con una sonrisa de satisfacción  el plato mientras lloramos por dentro por mandar la dieta de por lo menos dos semanas a la basura y regresan con más comida y un postre que te hace temer una dieta aún más baja en calorías durante un mes para bajar sólo el postre, y todo eso solo ‘para hacer feliz a la abuela’.
Lo mejor de nuestras abuelas sale a relucir cuando, después de los típicos “qué guapa está mi niña” y los igual de típicos “estás demasiado delgada” aunque te sobren 10kg, viene el momento de las preguntas, las odiosas preguntas, “¿qué tal los estudios / el trabajo? ¿Muy ajetreado? Y, por cierto, ¿ya tienes novio? Yo de tu edad ya estaba casada…”. Yo no sé cómo  se molestan en preguntar eso… Veamos, analicemos: si tuviese se lo presentaría, digo yo, ¿no creéis? Pero ellas se empeñan en preguntarlo por si  se nos olvidó decirlo…
En fin, mejor la sesión de preguntas que el sermón de siempre “¿por qué no has llamado o has venido a ver a tus abuelos? No ves que tus abuelos se sienten solos… Menos mal que te acordaste de que seguimos vivos y viniste a vernos, porque ya pensábamos que te habías olvidado de nosotros, y bla, bla, bla…”. A ver señores si la conversación telefónica de la abuela es peor que la de nuestra madre:
- Hola abuela, ¿cómo están?
- Aquí, mi niña, tirando… ¿y ustedes?
- Muy bien, abuela –pausa de un minuto–. ¿Mucho frío?
- Sí cariño, hace frío.
- Eso es malo para los huesos abuela, abríguense mucho.
- Claro que sí… y ¿qué tal te va?
- Bien, abuela, no me puedo quejar –otro minuto de silencio–. Bueno abuela, pues… adiós… muchos besos… cuídense.
- Claro mi niña, tú también, muchos besos por ahí también.
Cuelgas el teléfono y te sientes realizada… Esa es la conversación típica, ahora, como tengas algún animal la conversación se hace más larga y le prestan más atención que a ti y, como tengas varios, directamente no existes:
- […] ¿cómo está el perrito?
- Muy bien, abuela.
- No te olvides de darle de comer y que no pase frío… ¿y los pájaros?
- Bien también.
- A ver se le das uno a tus abuelos cuando tengan crías. La jaula se la mantienes como ‘los chorros de oro’, dales fruta variada y mezcla, no alpiste, ponles huevo sancochado y que no se te olvide ponerles agua limpia y fresquita cada día, además de agua para que se bañen… ¡Que no se te olvide el hueso de sepia ni la barrita de cereales!
- No abuela…
- ¿Y ya cantan o siguen con la muda?
- Ya cantan abuela, más que ayer y menos que mañana.
- Así me gusta. Por cierto, ¿qué es del hámster y de la tortuguita? Bla, bla, bla…
A los nietos que nos den, los animales tienen preferencia… Y la frase de despedida por excelencia no tiene desperdicio, siempre será: “ni pelees ni discutas con tu hermano”.
Abuelas… no las cambia nadie… y mejor que no, que siempre nos hacen nuestro plato favorito ^-^

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